Siempre buscamos tres cosas principalmente al diseñar nuestra carroza cada año, que aunque por simples y obvias que parezcan, no por eso dejan de ser la realidad.
En primer lugar que sea bonita, que al margen de ser mejor o peor carroza, que sea grande o pequeña, al margen de todo eso, buscamos que sea bonita, que al contemplarla el público vea una bonita creación.
En segundo lugar que sea original, diferente, que el tratamiento que le demos al tema elegido sea lo más original posible.
Y en tercer y último lugar que sea buena, y que quiero decir con lo “que sea buena”, pues muy sencillo, me refiero a que tenga una dificultad en el montaje, que tenga un buen reparto de espacios, que combine de manera acertada el colorido de toda la obra, que tenga una buena disposición en cuanto a espacios y puestos a ocupar por las chicas que lucirán en ella, etc etc…
Por qué digo esto cuando me dispongo a hablaros de la carroza de este año que nos ocupa, pues muy sencillo, no es sino para explicar que algunas veces no hemos considerado necesario tener que hacer una carroza de enormes proporciones, de enorme tamaño, para disputar un buen premio dentro de la calificación final, ya que aunque quizá la carroza diseñada para ese año no fue de un gran tamaño, no por eso, no volcamos todo nuestro interés, todo nuestro entusiasmo y todo nuestro esfuerzo en que la carroza a realizar no fuese una buena obra floral.
Yo considero que, normalmente, para que una carroza gane la Batalla de Flores, además de tener los aspectos citados anteriormente, ser buena carroza, bonita y original, además ha de tener un tamaño y unas medidas al límite de lo legalmente permitido; Ahora bien, eso no quiere decir que una carroza solo por el mero hecho de ser grande, siempre ya tiene que quedar por delante de una carroza de dimensiones o volumen menor si esta es mucho más bonita que la otra. Es decir el ser grande, tener un gran volumen no es razón por si sola suficiente para ganar el festejo o para calificar por delante de carrozas de menor tamaño, pero más bonitas y originales que ella.
Rumbo al Sol naciente, titulo de nuestra carroza ese año, fue una carroza, no de grandes dimensiones, pero si de una belleza, originalidad y ejecución excelentes. A su favor debo decir, que no exagero si digo que esa carroza ha sido una de las que mejor acabado, en cuanto al trabajo de “clavado de la flor”, ha desfilado en las más de cien ediciones de la batalla de flores, también digo que tenía un excelente diseño y una muy buena colocación de las piezas, así como un precioso colorido. Además en esa carroza se lucieron los mejores vestidos de ese año a los que no podía ser menos les otorgaron el primer premio en vestuario. A cambio, en su contra también diré que en cuanto a originalidad no podríamos decir que la tuviese en exceso ya que son muchas las veces que se ha tratado un tema oriental desde la perspectiva de un barco bajo una puerta y con dragones como figuras principales, así mismo también digo que no fue una carroza de grandes dimensiones ni excesivo volumen.
Ahora bien, expuesto lo anteriormente dicho, y tratando de ser lo más objetivamente imparcial, me atrevería a decir que desde luego que no fue una carroza como para ganar la Batalla de flores ni incluso para quedar entre los tres primeros puestos, ahora bien tampoco fue de recibo que la calificasen en un Séptimo lugar, puesto a todas luces inmerecido y totalmente injusto.
Y así mismo lo considero la gran mayoría del público asistente, el cual al oír el veredicto del jurado rompió masivamente en pitos y abucheos, recriminando de esa manera el puesto otorgado por el jurado.
Debo y me enorgullece recordar una anécdota, al menos para mí inédita, y que refleja de manera clara y concisa el enorme enfado e incomprensión del público asistente al desfile, y es que una vez anunciado el puesto otorgado por el jurado y después de subir educadamente, como no podría ser de otra manera, a recibir el trofeo correspondiente, mandé a mis colaboradores mover la carroza y seguir avanzando en el desfile, y fue en ese momento cuando a medida que nuestra carroza avanzaba, el público de las gradas se iba poniendo masivamente en pie y sin parar ni un instante de aplaudir, nos fueron transmitiendo todo su apoyo y consideración hacia nuestra carroza.
Para nosotros eso supuso una enorme inyección de moral y nos ayudo a sobrellevar de mejor manera el disgusto recibido, a la vez que nos compenso y nos enorgulleció el comprobar que para el público nuestra carroza merecía una mucha mejor calificación.
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