Algunos años, después de darnos el premio correspondiente, hemos tenido que oír que era una pena que la carroza no hubiese sido más grande, por que de ser así, habríamos ganado seguro. Lo más curioso es que cuando la carroza realizada por nosotros ha sido grande, muy grande, esa misma gente ha dicho que era una pena que la carroza fuese tan recargada y tan grande.
Eso es exactamente lo que nos sucedió ese año, hicimos una muy buena carroza, de gran tamaño, original y de muy buena ejecución, y sin embargo tuvimos que oír que era una pena que estuviese tan recargada, cuando por curioso que parezca, la carroza que ese año se alzo con la victoria, estaba mucho más recargada que la nuestra.
Debe de ser que las mismas normas no valen para todos igual, y eso no me parece una medida muy justa, ni muy positiva para el buen devenir del desarrollo de la fiesta.
El fantasma de la opera, titulo de la carroza de ese año, como ya he dicho anteriormente, una carroza con una planta imponente, con una muy buena ejecución y un diseño bastante original.
Una enorme lámpara de ocho brazos y más de cuatro metros de diámetro, colgada de un pedestal sujeto por cuatro columnas, coronadas todas ellas por otras tantas gárgolas. En las cuatro esquinas de la carroza y así mismo sobre columnas, las figuras de cuatro ángeles sosteniendo unos candelabros entre sus manos. Así mismo enmarcando toda la carroza y por tanto a sus cuatro costados, otros tantos antifaces de cinco metros de anchura cada uno. Y en lo más alto de la carroza, en el pedestal por encima de la lámpara, la representación del fantasma coronando y dominando toda la obra.
Al final ese año nos otorgaron un tercer premio, y aunque es uno de los puestos de honor a nosotros nos supo a poco y siempre hemos pensado que ese año, una vez más, no se hizo del todo justicia con nuestra carroza. No obstante, como nunca me canso de repetir, para nosotros lo más importante es participar y colaborar año tras año en hacer más grande aún si cabe esta maravillosa fiesta, aunque también es verdad, que a veces se hace muy difícil sobrellevar estoicamente tantos palos y a mi humilde juicio, tanta injusticia.
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