PRESENTACIÓN


jueves, 2 de junio de 2011

Año 1991 Titulo Carroza "Misterios del Tibet"

           En esta ocasión nos dejan hacer la carroza en la antigua alhóndiga, es un sitio que está muy bien, espacioso y bien situado, por fin tenemos una ubicación decente, además nos la dejaran durante cuatro años consecutivos.
          Fue un año que trabajamos muy bien, muy a gusto, y conseguimos hacer una carroza de una ejecución impecable.  La figura central y principal de la carroza era un águila imperial de grandes dimensiones, que por cierto fue trabajada completamente a pétalo. Fue el trabajo ininterrumpido de ocho personas empetalando desde las 8 de la mañana del jueves hasta las 5 de la mañana del viernes, un total de 21 horas de trabajo, para cubrir y rematar de forma magistral toda la figura, todo ese trabajo para una sola de las piezas que componían la obra.




                                           Año 1991       "Misterios del Tibet"        2º Premio

           Para conseguir el tono más adecuado para la figura utilizamos pétalos de girasol, que aunque parezca una novedad en realidad ya no lo era, puesto que ya  lo habíamos incorporado nosotros por primera vez el año 1989 para empetalar dos Grifos (leones con cabeza y patas delanteras de águila). Además de esta figura fueron varias más las que se cubrieron en su totalidad de pétalo, quedando al final como he dicho anteriormente, un trabajo de ejecución impecable.
               Como anécdota curiosa de ese año os contare que justo antes de meter la carroza a la pista, cuando los encargados de medir la carroza realizaron su cometido, pretendieron descalificar la carroza por que según ellos se pasaba 5 centímetros de largo de los diez establecidos en aquel año, de hecho lo anunciaron hasta por megafonía, informando al publico que había una carroza que no respetaba las medidas establecidas. En medio de el follón allí montado por dicho problema, se encontraba el inolvidable carrocista ahora ya fallecido Ángel Sainz, que ese año no presentaba carroza a concurso, y fue él, el que los advirtió que estaban realizando la medición de manera errónea. Gracias a él midieron la carroza correctamente y  el resultado final es que en realidad tenía 10 centímetros menos de lo reglamentado como medida máxima.
                  Al final nos otorgaron un segundo premio que a nosotros nos supo a poco, y nos llevamos un enorme disgusto, ya que esperábamos ganar ese año la Batalla, no obstante hay que reconocer una vez pasado el tiempo, que la carroza que gano en esa ocasión también era una gran carroza, y que por lo tanto, cualquiera de las dos pudo ese día llevarse el triunfo.           
              Claro que en esos momentos de tensión y nervios la objetividad no es la misma que la que se puede tener  veinte años después, que es cuando ya se puede tener una visión más clara de las cosas.

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