Batalla de Flores de Laredo
Arte recubierto de flores desfilando altivo por un pueblo orgulloso de su legado.
Alegorías que a lo largo de más de cien años, recorren las calles derramando belleza, fantasía y originalidad.
En una sociedad como la actual, donde la globalización nos hace más iguales a todos, donde todo se mezcla se masifica y vulgariza. Donde las copias, lo falso es lo más visto, lo más usado. Donde por razones comerciales tratan de vendernos lo que más de moda este, lo que económica y comercialmente más les interese a unos pocos, haciéndonos creer que es lo ideal, lo mejor del momento.
En ese ambiente vacio de valores, huérfano de tradiciones y lleno de vaguedades y simplismos, es cuando más hay que luchar por ensalzar lo propio, lo genuino, lo que ha ayudado a forjar nuestra más reciente historia.
Con la Batalla de Flores podríamos hablar de cifras, de valores tangibles, de resultados económicos para la hostelería y él comercio, de prestigio, de promoción y publicidad para nuestro pueblo, de tantas y tantas cosas buenas y rentables para Laredo.
Pero sin embargo a mí hoy me gustaría hablar de sentimientos, de recuerdos, de vivencias de miles de laredanos que a lo largo de estos más de cien años, tuvieron en esta fiesta, la ilusión puesta tanto para disfrutar, como para soñar, enamorarse, vivir emociones, fecundar amistades, sentir orgullo de su pueblo, de sus vecinos, de su arte. En definitiva saberse poseedores de algo genuino, único, diferente.
Hay otras fiestas que actualmente se celebran en nuestro municipio de reciente creación, las cuales cuentan con una gran capacidad de captación de gentes y con un entretenido desarrollo. Entretenidas celebraciones que merecen mi mayor respeto tanto por su gran aceptación popular, así como por su entretenido discurrir. Fiestas como los Carnavales, o el desembarco de Carlos V, la Marmita o la de reciente creación la Belle Époque o Laredo ye-ye, como se la quiera llamar. Todas ellas son fiestas que nos hacen disfrutar, y nos divierten y entretienen.
Pero lo que yo me propongo plasmar en estas letras, es algo más que el entretenido discurrir de una fiesta, es algo más que el divertimento pasajero de unos días, es recordar la necesidad de preservar algo propio, algo genuinamente nuestro, algo por lo que en cuanto a celebraciones se refiere, siempre marco, continua hoy en día haciéndolo y seguirá marcando una gran diferencia con respecto a otras muchas fiestas que se celebran en el resto de localidades.
Es francamente difícil aunar en una fiesta, alegría, diversión, Arte “con mayúsculas”, originalidad y buen gusto. Y sin embargo nosotros disfrutamos de una posesión así desde hace más de un siglo.
Nosotros los laredanos, somos poseedores de algo difícil de tener. Al igual que nos sentimos orgullosos de nuestro pasado, de nuestra historia, de nuestra playa, de nuestro legado cultural y artístico, de igual manera debemos sentirnos orgullosos de ser herederos de una ya para nosotros más que fiesta, una tradición, una muestra artística, un desfile anual de arte, color y fantasía.
Mantengamos nuestras fiestas, todas y cada una de ellas, disfrutemos y hagámoslas cada vez más entretenidas y alegres. Todas ellas son dignas de ser apoyadas por todos nosotros, pero recordemos siempre que en ese aspecto, nuestro faro, nuestra diferencia con respecto a los demás, nuestro emblema, nuestra principal nave, no es otra que nuestra centenaria y querida Batalla de Flores.